El Gobernador Carlos Joaquín González nombró a Jesús Alberto Capella Ibarra como nuevo titular de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública (SESP) en sustitución de Rodolfo del Ángel Campos.
El dos veces titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal en Tijuana y Comisionado Estatal de Seguridad Pública en Morelos fue nombrado este día como Secretario de Seguridad de Quintana Roo en sustitución de Rodolfo del Angel Campos.
Jesús Alberto Capella Ibarra es un abogado tijuanense. De activista se convirtió en funcionario durante los años de mayor violencia de la ciudad de Tijuana. Un personaje sin carrera policial, que pasó de reclamar a las autoridades a dirigir la seguridad pública y que al finalizar su gestión en Tijuana dejó un repunte de homicidios que atribuyó a la transición de gobierno.
De abogado a «Rambo tijuanense».
Capella inició su carrera pública apenas dos años antes de volverse funcionario, primero como coordinador en Baja California del Consejo Ciudadano por la Transparencia y el Combate a la Corrupción, luego como consejero del Comité de Participación Ciudadana de la Procuraduría General de la República (PGR) y finalmente como presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California.
Ya como presidente del Consejo, -en 2006-, encabeza una serie de marchas multitudinarias donde los tijuanenses, vestidos de blanco, exigen a las autoridades acabar con la ola de secuestros, homicidios y asaltos.
Luego de las marchas, Capella denuncia haber sido amenazado de muerte -presuntamente por miembros del cártel Arellano Félix-, amenazas que culminaron cuando un comando armado atacó a balazos su casa, el 27 de noviembre de 2007.
Según su recuento del ataque, el abogado-activista tuvo que repeler el ataque con un arma larga que uno de sus escoltas había olvidado en su casa, sin recibir apoyo de agentes municipales o ministeriales, cuyo cuartel está a menos de 100 metros de la casa donde vivía y que no acudieron a pesar de que se pueden escuchar los disparos.
Su historia de haber repelido un ataque armado solo y sin experiencia con el manejo de armas fue recibida con incredulidad por los medios y el público en general, por lo que no tardaron en apodarlo «el Rambo tijuanense».
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