Visión Intercultural
Francisco J. Rosado May
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En el transcurso de la semana pasada se llevaron a cabo tres foros en los que Quintana Roo tuvo participación. El primero fue en Chetumal, el 20 de agosto, organizado por CONAFOR, con el objetivo de definir un plan sectorial. El segundo fue en Mérida, el 22 de agosto, organizado por la SEMARNAT con el objetivo de definir su plan sectorial. El tercero fue en Chetumal, el 23 de agosto, organizado por ECOSUR y el H. Congreso de la República, para discutir diferentes vertientes relacionadas con el tren Maya.
En los tres no solo hubo coincidencia en la semana, sino que también convergieron alrededor de un concepto que motiva esta entrega: el territorio.
En el caso de CONAFOR queda claro que las actividades de manejo y aprovechamiento forestal se llevan a cabo en un espacio geográfico delimitado por los límites de un ejido o conjunto de ejidos, o de una propiedad privada o terreno nacional. El mismo espacio geográfico aplica en el caso de SEMARNAT cuando ubica el manejo o aprovechamiento de los recursos naturales. Por supuesto, también el tren Maya estará ocupando espacios geográficos delimitados por las mismas opciones de propiedad del territorio.
De acuerdo con investigadores como Luis Llanos-Hernández (ver el número 3, vol. 7, 2010, de la revista “Agricultural Sociedad y Desarrollo”), entender el territorio solamente como un espacio geográfico explica no solo el uso sino el abuso de los recursos del territorio, propiciado por un modelo económico extractivista que privilegia las ganancias de la empresa por encima de cualquier otro factor. Si esta forma de entender y explotar los recursos en un territorio se asocian con el neoliberalismo, muchos lectores no estarían en desacuerdo.
El abuso del territorio, que también derivó en movimientos sociales, propició que académicos comprometidos con el desarrollo sostenible, estudiaran los procesos que se llevan a cabo en los espacios geográficos y promovieron un mejor entendimiento del concepto de territorio.
Actualmente se considera que el espacio geográfico de un territorio también es la expresión de una cultura dinámica en donde emergen resultados de procesos sociales, económicos, políticos, que guían el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, incluso espirituales, que se generan en una colectividad, en una comunidad establecida en cierto entorno físico. Esta visión de territorio, mucho más amplia e integral, entra en contradicción con los intereses eminentemente económicos en el uso y manejo de los recursos naturales. Esta nueva visión de territorio la trata de captar, con toda su complejidad, la cuarta transformación.
Pero aun cuando la visión integral de territorio permite entender su dinámica, también requiere de otra aproximación, una que también incorpore conocer y entender procesos extraterritoriales que están relacionadas con un territorio específico.
En el caso de los productores de madera, un territorio podría tener una excelente regulación y manejo de sus recursos forestales, pero el producto que genera está destinado para venderse en otro territorio. Si en ese otro territorio se permite el ingreso de madera obtenida ilegalmente, a un costo mucho menor, entonces el buen manejo del territorio forestal no tendrá incentivos para sostenerse. En el caso de SEMARNAT, si en una sola cuenca hidrológica existen varios territorios pero no están articulados entre sí, la cuenca completa tendrá problemas, todos pierden. En el caso del tren Maya, imaginemos que un solo territorio se opone al proyecto, porque no logran ver los beneficios, pero los demás lo apoyan y confían en que les traerá beneficios; esa oposición podría causar conflictos entre comunidades o retrasos en el proyecto.
Si bien un territorio podría ser la unidad articuladora de procesos en una comunidad, un conjunto de territorios articulados adecuadamente podría permitir la funcionalidad de un sistema mayor. Entonces, al reto de entender el funcionamiento de un territorio, para facilitar su tránsito hacia un mejor desarrollo, se suma otro que es el de cómo incorporar ese territorio a un proyecto que requiere la suma de otros territorios; es decir, cómo alcanzar otro nivel, como articular un conjunto de territorios buscando todos un mejor desarrollo. En otras palabras, cómo alcanzar un paisaje sostenible compuesto de territorios.
Para hacer el caso más interesante imaginemos que diferentes territorios en una cuenca o en un proceso de producción y venta de madera o para un proyecto como el tren Maya, cada uno de los territorios involucrados tenga procesos culturales diferentes. Por ejemplo, podríamos considerar al ejido de Felipe Carrillo Puerto culturalmente diferente a la ciudad de Playa del Carmen; en uno se produce chicle, pensado en venderse en el otro. ¿Atendemos el reto de articulación entre territorios culturalmente diversos con enfoque multicultural o con enfoque intercultural?
Para lograr la articulación, coordinación, planeación integral, en un estado con territorios culturalmente diferentes, como lo es Quintana Roo, un estado multicultural, se necesita obligadamente un enfoque intercultural. Este enfoque de planeación social, económica, ambiental, cultural, política, humanística, artística, productiva, sostenible, etc., puede crear condiciones de ganar-ganar entre territorios y actores culturalmente diferentes.
Entonces, para un desarrollo basado en el principio de ganar-ganar, el reto de CONAFOR, SEMARNAT, Tren Maya, y otras dependencias y proyectos, consiste en cómo entender en forma holística al territorio (no solo como un espacio geográfico simple), y en cómo encontrar mecanismos adecuados para la articulación de varios de ellos alrededor de objetivos nacionales de desarrollo, conservación, manejo y aprovechamiento sostenible de recursos naturales y culturales. Para lograrlo se puede, y se debe, aprovechar un abordaje intercultural. ¿Estamos preparados? Tengo la impresión de que no partiríamos de cero, aunque, con la excepción de la UIMQRoo, el entrenamiento intercultural no es visible en programas de gobierno, incluyendo la capacitación de su personal.
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